Una de las Zoonosis más peligrosas para la especie humana y está muy difundida en casi todo el mundo.

Su nombre vulgar, más común, es el de Triquinosis, aunque en realidad, debe denominarse como Triquinelosis. Esta confusión proviene del vocablo genérico Trichina, con el que Richard Owen, en la primera mitad del siglo XIX, designó a los agentes productores de la afección. En la actualidad, el nombre de Trichina no se usa más, ya que se sabe que desde el año 1830, es utilizado para clasificar un género de dípteros. Raillet propuso el nombre Trichinella para clasificarlo, de allí su denominación de Triquinelosis.

La parasitosis tiene como huéspedes habituales los cerdos. La infección, que en éstos produce, es de carácter primario, alcanzando al ser humano en forma secundaria.

Su diagnóstico se realiza en las inspecciones sanitarias post-faena. Si bien una infestación masiva suele pasar inadvertida, en algunos casos y en cerdos jóvenes puede llegar a evidenciarse.

A menudo, la sintomatología suele confundirse con avitaminosis, carencias minerales, Peste Porcina Clásica, como así también algunas lesiones nerviosas. Con relación a la característica de la patología y clínica humanas, puede encuadrarse a ésta como una parasitosis evidenciada por fiebre, trastornos intestinales, algias musculares, edemas periorbitales y un cuadro hemático típico de hipereosinofilia.

Trastornos cardíacos y neurotóxicos pueden acompañar a la sintomatología mencionada, dándole a la misma un carácter de grave. Sin embargo, puede que estos síntomas no tengan manifestación aparente o bien, se hallen minimizados.

Los parásitos adultos, no perduran más que un ciclo, es decir, no producen varias generaciones, sino que se hacen adultos, copulan y mueren dejando una sola generación de embriones. Este gusano, se mantiene por la existencia de organismos huéspedes, casi todos mamíferos y carnívoros, teniendo dos ciclos: el doméstico y el selvático. El ciclo doméstico incluye cerdos, ratas, gatos y perros, siendo el de mayor riesgo para las personas el cerdo, dado que su carne es utilizada como alimento. El ciclo selvático (o silvestre), comprende una gran diversidad de mamíferos y carnívoros, como los osos, linces, hienas, zorros, peludos, jabalíes y chacales. También mamíferos marinos, incluyendo morsas y focas.

En ambos casos, el comienzo se origina cuando uno de estos huéspedes (incluyendo el hombre), ingiere carne infectada con embriones viables del parásito (T.S.). Esta carne con las cápsulas, pasa al estómago e intestino, en donde los ácidos de los procesos digestivos las disuelven, liberándo así los embriones. Allí, crecen y llegan rápidamente al estado adulto. Luego de tres o cuatro mudas realizadas en lapso de tiempo muy breve, machos y hembras entran en cópula al tercer día de comenzada la infección. La hembra fecundada (vivípara, en virtud de que los huevos son incubados en el útero), se encuentra fija a la mucosa intestinal, por su extremo anterior. Inicia así, la puesta de embriones, que al nacer, reciben la denominación de larvas.

Esto último, acaece aproximadamente, a la semana de haber comenzado la infección, y puede prolongarse por espacio de cuatro semanas más.

Las minúsculas larvas (80 micrones), con su extremidad aguzada, penetran en los vasos línfaticos, y por esta vía llegan a los nódulos linfáticos mesentéricos. De allí, se dirigen al conducto torácico y penetran en la circulación sanguínea, para finalmente, por un mecanismo hoy desconocido, alojarse en los músculos esqueléticos. Las mayores localizaciones, están directamente relacionadas con la función muscular y la irrigación sanguínea.

Una vez dentro de las fibras musculares, estas larvas sufren diferentes modificaciones, orientadas fundamentalmente a su diferenciación sexual, presentando el característico arrollamiento en forma de espiral.

La acción defensiva del organismo parasitado, conduce a la formación de la cápsula, distrofias hialinas, cereas, grasas e infiltraciones cálcicas. El corazón no es invadido por el parásito, sólo sufre alteraciones por acción neurotóxica. Los músculos lisos, tampoco suelen alojarlo.

Una vez concluída la invasión muscular por las larvas, el ciclo evolutivo de la Trichinella Spiralis finaliza, permaneciendo en el huésped en forma potencial y definitiva.

Cada hembra fecundada, garantiza una producción de entre 1.000 a 1.500 larvas destinadas a la localización muscular.

Se ha podido determinar, experimentalmente, que para que un cerdo de 70 kg de peso, muera por triquinelosis, debe recibir una cantidad de 700.000 larvas, algo que difícilmente pueda ocurrir en forma natural.